EN LA LUCHA COMPAÑEROS!

martes, 2 de septiembre de 2008

Amando La Experiencia


María es una joven luchadora, ella se ha caracterizado por la fortaleza y capacidad de abatir las pequeñas adversidades que se han presentado en el transcurso de su vida; nació y creció en un hogar armonioso, colmado de valores inculcados por sus padres, quienes día a día se esfuerzan por proporcionarle un bienestar con calidad; a ellos, esta mujer les debe lo que es, pues se han encargado de forjar en ella un futuro con aspiraciones y sueños construidos sobre bases sólidas; su infancia fue feliz, en su rostro siempre se reflejó una sonrisa de alegría que inspiraba ternura para quienes compartían con ella, sin embargo, esa etapa se esfumó con el pasar de los años, pues su senda exigía darle paso a la pubertad, allí la “pequeña niña grande” comenzó a probar las “mieles” del amor y se sumergió en la “felicidad” ofrecida por un ser que la triplicaba en edad y que la invitaba a “desafiar el mundo”.

La princesa María, quería caminar por el bosque, correr, volar, pero lo que no sabía era que los príncipes no son necesariamente azules, y que esta ruta al descubrimiento le traería consecuencias desagradables para el manejo de su vida.
La damita se arriesgó y así pasaron dos años de aventura, la pequeña cada vez se encontraba más feliz, aceptó el rol de padre de su amado, se involucró silenciosamente en el cariño de sus dos hijos y fue partícipe de los triunfos de su “adorado caballero” en ese arduo trabajo que implica ser policía; así, este hombre descubrió que su “niña preciosa” lo podría dar todo por él y aprovechó su condición de guía para confundir a esta pequeña aprendiz en el amor.
Primero le brindó falsas esperanzas al decirle que gritarían su amor a la adversidad que lo impedía, más tarde, la traicionó con otras mujeres a quienes también conmovió con su suave y encantador parlamento para conquistar corazones solitarios.
María se enteró de las debilidades de su policía y, enamorada, justificaba sus acciones y creía sus argumentos, fue allí donde se tornó frágil de carácter y valor; comenzó a sumergirse en el alcohol, sustancia, que su hombre le había ofrecido para ahogar sus penas y tolerar los desaciertos, ese angelito, que inspiraba ternura poco a poco se iba desvaneciendo en el oscuro mundo del vicio, sintió perder el rumbo de sus días, abandonó sus prioridades y su ambición de vida se esfumaba por la melancolía.

Pedro y Sara, sus padres, notaron el cambio en la niña, ya no era su pequeña guerrera, había perdido su horizonte y su conciencia, ellos, mientras encontraban las razones se volvieron ricos en dificultades y pobres en comunicación, situación que hizo perder la armonía y confianza de aquel admirado vínculo familiar; la madre estaba desconcertada, no sabia qué pasaba y cuestionaba la educación que con tanto esfuerzo le había brindado a su hija, día a día sumergía su alma en la nostalgia, y decepcionada decidió divorciarse del hombre que le sembró dos hermosas criaturas. Fue en este instante donde el descontrol opacó las esperanzas de luchar; su esposo, agobiado en su realidad, golpeaba a su “pequeña causante” creyendo que con esta acción podría reconstruir lo perdido, y David, el niño futbolista de la casa, vivía sus 8 años de edad en la agonía de ver a su adorada familia destruirse.




Estas dificultades perturbaron la mente de Maria, quien se refugiaba en el cariño de su príncipe, tratando de encontrar posibles soluciones a los problemas, Jairo Mendoza, el policía, limpiaba sus lágrimas con consejos mediocres, e inducía a su “amor prohibido” a beber licor, la ingenua niña accedía a sus propuestas creyéndolas sabias y amorosas.


Sara, después de un examen interior decidió buscar a su hija y recuperar su hogar, la buscó en el colegio y tristemente se encontró con un gran déficit académico que podría ocasionarle la pérdida de su año escolar; doña Sara, abatida por las circunstancias, esperó a que su niña culminara la jornada estudiantil para dialogar acerca de lo sucedido; fue una conversación sustanciosa, allí lloraron juntas la problemática que azotaba su integridad, expusieron sus criterios ante la situación y confesaron sus dilemas. En este momento Sara se enteró de la realidad, quiso comprenderla e intentó convertirse en la verdadera amiga que su chiquilla nunca tuvo, sabía que si objetaba la ilusión de su hija ella se aferraría más al ser que creía amar, sabiendo esto, la recatada señora le ofreció a su princesita el apoyo necesario para calmar sus dudas y fortalecer sus sentimientos, introdujo sus experiencias pasadas y logró que su consentida se sintiera más segura de sus sentimientos y con sutileza la convenció de componer sus erróneas actuaciones.

Después del diálogo, María ya era conciente de sus falencias, entonces se propuso arreglarlas y comenzó recuperando a su padre, le escribió una dramática carta y se dirigió con su mamá hacia el hogar; allí estaba su progenitor jugando con David, ellos se entretenían sonriéndole a la vida, en sus rostros no se encontraron secuelas de sufrimiento, sino la ambición de reencontrar la felicidad; Maria sufrió al saber que había estropeado la armonía de los seres que la querían, y con curiosidad observaba las picardías de su hermanito, y deseó, arrepentida, volver al pasado para ser feliz como siempre lo fue; Sara, quien escuchaba los reproches de su hija le aconsejaba que el arrepentimiento no era la mejor opción para arreglar lo cometido, que aunque falló en su ideología del amor, aprendió a valorar el cariño de la familia, así que se abrazaron fuertemente e ingresaron a la casa con optimismo, besaron a los hombres más importantes de su corazón y los 4 se divirtieron compartiendo la felicidad que en algún tiempo se ocultó.

Al día siguiente, Maria fue la más participativa y admirada en el colegio por su cambio, prometió aferrarse a ese gran patrimonio del saber y así obtener grandes éxitos profesionales en la vida, dejó su inclinación por el alcohol y para esta época la niña ya tenia 16 años de edad y estaba dispuesta a adquirir un rol apto para sus aspiraciones, en la tarde decidió conversar con aquel personaje que la había sumido en una inconciencia existencial, y que, aunque con sufrimientos le enseñó que la vida es una oportunidad de fracaso y un conjunto de desilusiones, tolerables gracias a los retos que impone; Así, la mujercita segura de su futuro le dijo adiós a su caballero, comprendió que aún no estaba preparada para asumir una relación tan inconsecuente, le agradeció los momentos compartidos y le deseó un futuro colmado de triunfos, pero decidió alejarse de su camino sin olvidar lo vivido a su lado; el hombre preocupado al saber que podría perder su pequeña aventura le suplicó que no lo dejara, que él realmente la quería y no pretendía perderla, ella aunque dudó en su decisión se mantuvo segura y se alejó de él con la certeza de haber hecho lo adecuado.


Sin embargo, este individuo no quiso comprenderla, no aceptaba la idea de perder a la niña que le había devuelto la juventud y la alegría a su vida; él la seguía buscando, la llamaba, la presionaba para que volviera a sus brazos; un día, borracho llegó a la casa de María con serenata, gritando que la adoraba y que se fugarán juntos para ser felices, que él le daría todo lo que ella necesitara pero requería de su compañía para sentirse bien; al oír estos gritos, la familia Santos salió al balcón para observar con cautela lo que ocurría.

Pedro, anonadado por el acontecimiento, cuestionaba la actitud de su amigo el policía, pues, estos dos hombres ya se conocían jugando fútbol, así lograron entablar una buena amistad, está situación paralizó a Maria quien observaba cómo su padre le preguntaba con amabilidad y cortesía a Jairo el porque de su comportamiento, a causa de los tragos se encontraba un poco confundido y sin saber qué hacer respondió que se había equivocado de casa, pero Pedro, inquieto por la casualidad de las circunstancias, lo invitó a seguir a su hogar para dialogar con él y despejar sus dudas; Jairo aceptó .

Maria tenía miedo, lloró y lloró antes de enfrentarse al posible suceso de esa historia de amor; bajó abrazada de su madre para escuchar la conversación, ellas estaban atemorizadas al pronosticar la reacción de Pedro cuando escuchara lo que Jairo podría decirle.

3 comentarios:

Unknown dijo...

un cuento que sale de la actualidad,,,me identifico con el, pero no de una manera literal,,,mas bien por aquello de amar la experiencia para transformarla en un mejor presente,,,de eso se trata la vida,,(ahh y si ve que lo leí..jeje)

daniela dijo...

oye lucha ps quiero decirte que tu cuento me agrado mucho, pero igual no me sorprendo porque desde hace varios años se lo bien que escribes y ps vacano poder seguir estudiando contigo......cuidate mucho y te felicito por aquello de tus dones artisticos!!!!!!!!!!!

CARLOS ARTURO GAMBOA dijo...

Aquí hay una buena pluma, eso me agrada, paso a dejar un inventario de visitas...

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