EN LA LUCHA COMPAÑEROS!

viernes, 21 de noviembre de 2008

martes, 18 de noviembre de 2008

EL CAMINO DE LA VIDA


Asi, perdida la mirada

caminando lento, escuchando sin oir

asi vas por estas calles,

por esta ciudad que está creciendo

y cambiando sin la frecuencia de tu andar.


esa ciudad que ahora ya no conoces tanto,

te puedes perder en ella,

te puedes lastimar en algunas de sus carreteras

o en sus oscuros parques.


Que dificil es mirar atras,

Ver ese camino que se quedo

y saber que hacia adelante

falta poco tiempo andante,

que nuestros pies estan cansados de andar

y ya no quieren caminar.

LO QUE NUNCA VOLVERÁ

Hay personas que pasan su vida de un lugar a otro, van de ciudad en ciudad buscando horizontes, de barrio en barrio huyéndole a las emociones; y así, por diferentes motivos se alejan de lo conseguido O… simplemente dejan todo sin un adiós que reconforte el dolor de su ausencia.

Así se han ido de mi barrio personas que han dejado huella en mi historia y aunque nunca regresaron para ver la niña que dejaron, sus recuerdos marcan la alegría de una niñez emotiva.
Ahora soy una mujer, ya he pasado 11 años de aventuras en este sector y aunque esos recuerdos felices no se podrán comparar con la monotonía que rige el hacerse mayor; pasar por la quebrada cada vez más abandonada, observar los árboles donde intenté una y otra vez hacer mi casita, saludar los amigos que todavía están conmigo y ver aquellas fotos que simbolizan los cambios de mi cuadra, me llenan de vida, reavivan eso que no se nos debería olvidar, esos recuerdos que se opacan cuando llegan otros más fuertes; aquí, en estas veinte casas está la historia de la niña peleona, de la chica líder, de la pequeña enamorada, de la que goza, de la que llora, de la cómplice; yo he sido testigo de grandes anécdotas y la promotora de muchos problemas.

Pero cómo no recordar los juegos locos de mis amigos, esas emboscadas que ejecutamos con los famosos policías y ladrones, esos escondites pillados tras los carros, las sillas, la mamá de mi amigo, la vecina de la esquina, cómo se nos podría olvidar las alboradas que unían a la cuadra cada diciembre; los niños marchando con las tapas de la olla como soldaditos festejando el año que comienza, todos alegres lanzando maizena mientras los adultos bebían su canelazo; ahora la tradición se ha perdido, quizás porque esos niños crecieron y se fueron, quizá por el dinero o por la amargura, eso no lo sé, solo sé que esos instantes no regresarán, pero mis amigos, donde estén, recordarán algún día lo felices que fueron sonriéndole a la vida y a su infancia, mientras tanto, yo seguiré en mi querido barrio hasta que el rumbo de mi vida me aleje, dejando a aquellos para los que algún día también seré importante.